La leyenda negra y la leyenda blanca de la conquista de América
¿cómo se puede percibir estos dos conceptos? Y resulta interesante darse cuenta que la leyenda blanca y la leyenda negra pertenecen nada más y nada menos que a los conquistadores (leyenda blanca) y a los nativos (leyenda negra).
Aunque de una se comenta hoy en día más que de la otra;sin embargo, ambas se han entretuvo y han formado lo que hoy caracteriza a muchos latinoamericanos.
Pero esa leyenda blanca no es precisamente la más negra de las leyendas que hoy por hoy podríamos escribir, cuando observamos la herencia española que parece privarse de los ciudadanos americanos de habla española a pesar de todo el híbridaje que por conducto de los invasores recibimos.
Así, negramente hablando, observamos que, por ejemplo, entre las más destacadas y aplaudidas cualidades de los criollos venezolanos está la arcana picardía española, la truculencia a flor de piel, su histrionía barata para hacer de las desgracias ajenas o propias un risible y
aspaventoso chiste, y cosas así.
Con las rigurosas y estadísticas excepciones del caso, a tal punto es celebrada la pasividad e indiferencia criolla para pesar justamente los valores más importantes de su vida, de su entorno, su país y el mundo que habitamos, que ha hecho del imparabolismo social (orgullosa indiferencia rayana en sordera y ceguera) un recurso para salirle al frente a su notoria incapacidad técnica y sumisa conducta frente al inicuo patrono, al
corrupto reincidente, al demagogo de turno.
Otra clara manifestación de la leyenda blanca graficable, audible y legible es la productividad laboral del latinoamericano. Es un hecho medible en términos económicos la baja productividad media del trabajador criollo, que pudiera perfectamente corresponderse con la pésima productividad tecnocientífica e irresponsabilidad de sus ancestros peninsulares y nacidos en tierra firme, personas que se caracterizaron por
su infatuado y aristocrático parasitismo, su desamor y desorganización laboral, por sus mentiras consuetudinarias enviadas a las autoridades reales de entonces, por su vivianería contabilística para escamotear impuestos y regalías de una Corona, que si bien no los merecía de hecho, de derecho
debían ser honrados como súbditos que lo fueron.
En los actuales momentos, cuando se ha destapado en América del Sur y al sur de EE UU la euforia del industrialismo rezagado o de segunda mano, observamos con preocupación la pobreza gerencial de quienes fungen de empresarios criollos, ya que han trasladado a sus centros de producción y mercadeo todas las triquiñuelas, las pillerías y picardías que hereditariamente los caracteriza como ciudadanos depositarios de semejante para picaresca raigambre que está recogiendo la historiografía contemporánea, y que damos en llamar leyenda blanca de los blancos y chistosos descendientes
del manchego Quijote
Quizás sólo cuando reconozcamos las verdaderas características de esa blanca herencia, libre de alienaciones y discursos demagógicamente adulteradores de la verdad, entonces empezaremos a pisar tierra firme y, quizás, a emprender
la necesaria industria que hasta ahora sólo ha servido para enriquecer a terceros y empobrecer nuestras ya menguadas arcas públicas y consumir nuestra potencial mano de obra aún poco chapada para la gran industria por causa de la leyenda blanca de la conquista española.
la necesaria industria que hasta ahora sólo ha servido para enriquecer a terceros y empobrecer nuestras ya menguadas arcas públicas y consumir nuestra potencial mano de obra aún poco chapada para la gran industria por causa de la leyenda blanca de la conquista española.
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